22.12.10

Diciembre de 2006

Capítulo 5: El fuego en nosotros

Lo único que quería era que ella me mire de otra manera, como la miraba yo, que casi no podía tomar mi sopa por no ver el plato. Me perdía completamente en sus ojos color miel. Sus pestañas llegaban del piso a las nubes cuando las hacía bailar con su parpadear.
- ¿Qué te pasa? Estas muy callado...
- Perdón, es que no sé qué decir... -en realidad me enamoré perdidamente de vos en esta vaga hora y media que te conozco-.
- No hay problema. Podemos hablar de tu novela, si no te molesta, es que me encantó tu historia.
¿De verdad? ¿Le encantó? ¿Esto es verdad?
- Es que me da un poco de vergüenza hablar de mis novelas, no recibo más comentarios que los pocos que firman en mi blog, y leerlos en la computadora no hace que me sonroje, já -tímidamente pero no frágil-.
- Tu blog es la primera página de mis favoritos -¿qué? Eso está bueno...- aunque me molesta que nunca firmes lo que escribis y que siempre estés en un anonimato total. Muchas personas saben quién está atrás de esos textos, yo me acabo de enterar gracias a Leandro que ese blog tan famoso era tuyo. Deberías empezar a ponerle tu nombre a lo que escribís. Pero basta, hablar de internet ya aburre. Mejor hablemos de vos, de mí o de nosotros -la palabra "nosotros" me hizo ver que había algo real en todo este diálogo soñado y casi ficticio-.
- Por favor. ¿Qué querés hablar sobre mí? ¿Hay algo que quieras saber? -muy disimuladamente-.
- Todo -impresionante-. Contame todo sobre tu vida que me interesa. Presentate como si fueras a un programa de televisión a buscar pareja -yo pensé que había venido acá a buscar pareja-.
- Bueno. Tengo 51 años. Soy porteño, vivo en un piso de Libertador y Coronel Díaz, en el mismo edificio que Mirtha Legrand. Hace 2 años me divorcíé después de 28 años de casado. Soy abogado e ingeniero textil, pero hace poco decidí dejar de trabajar y dedicarme a lo que realmente me gusta, escribir.
- Sos genial, capaz y muy inteligente. Solo me queda una cosa por saber de vos... sé que el blog que leía siempre era tuyo, pero nunca supe tu nombre.
- ¿De verdad no lo dije? Es que ando muy despistado ultimamente, perdón. Me llamo Mariano Adrián Bonetto -en realidad no me dí cuenta de decirte mi nombre, pero creo que no importa eso si te digo que te amo-.
Ocultando mis intenciones detrás de una risa soberbia pero no seca, traté de sacarle información importante.
- Ahora te toca a vos contarme de tu vida -empezá por decirme quien te dio esos ojos tan hermosos-.
- Mi nombre completo es María Laura Torres, pero no me gusta mi segundo nombre, así que siempre digo que me llamo María solamente. Tengo 39 años. Salía con Leandro hasta que... bueno, ya sabés que nos peleamos. Tambien vivía en Capital, vine acá a vivir con él pero estoy pensando en volver -me encantaría que vivas conmigo-. Tengo una casa en Liniers, en la calle Timoteo Gordillo.
- ¿No es en el barrio de las mil casitas?
- ¡Sí! ¿Conocés el barrio?
- Si, lo conozco, es muy lindo y colorido -no me dí cuenta desde cuándo empezamos a hablar como si nos conociéramos de toda la vida-.
Mi pequeño plato de sopa se había enfriado, pero no sé de qué manera ella logró terminar todo el pollo. La verdad ya no me interesaba lo que podía pagar por la comida, habia conocido una mujer maravillosa.

No hay comentarios: