24.10.09

Diciembre de 2006

Capítulo 2: Rosas y lágrimas 

- Pasá -me dijo-. Ella es María -como si no lo hubiera notado solo habiendo visto su rostro-.
No soy de esos hombres que les gustan los desperdicios de otros, pero debo admitir que no me hubiese molestado hacer de ella la excepción. Tenía un pelo color castaño claro, brillante, y ojos miel que iluminarían aún a las miradas más oscuras. Vestía un suéter rayado, de color turquesa, y unos jeans casi blancos. Todavía no puedo creer que haya dejado ir a esa perfecta mujer. María me dio la mano y se disculpó por lucir desaliñada.
- Estuve empacando toda la tarde y no tuve tiempo para arreglarme.
La prueba de su trabajo estaba a la vista. Estaba señalando tres valijas que parecían pesadas, como si hubiese estado mucho tiempo viviendo en el departamento de Arellano. En un bolsillo de la valija más grande se dejaba ver la tapa de un libro titulado "Rosas y lágrimas". He leído miles de libros en 51 años, hasta libros que ni su propio autor sabía que existían, pero el de María me llamó la atención. Debía averiguar más sobre eso.
- ¿Quién escribió ese libro? -traté de ser lo más educado posible, sin parecer idiota-.
- Todavía no lo sé. He preguntado en todas las bibliotecas que conozco y nadie me supo decir.
- El nombre es interesante, ¿qué trata la historia? -con cara de sorprendido, de nuevo sin parecer idiota-.
- La verdad está escrita en nuestros rostros -María cortó su propio discurso, vaya a saber por qué-.
No podría haber elegido una peor tarde para visitar a mi amigo, que había estado callado desde que me presentó a quien sería su nueva ex-novia.
- Me temo que vamos a tener que cenar afuera -el aire estaba muy agitado, Arellano debía calmarla para que no pase a mayores-. Ha sido -hizo una pausa inapropiada, seguida de un suspiro- un día muy ocupado.
- Felicitaciones -me di vuelta para mirar a María-. Tu novela.
- Si, felicitaciones -Arellano siempre fue metido-. No tuve tiempo de leerla, he estado muy ocupado. Así que no me cuentes nada, no quiero que me revelen la historia -añadió una sonrisa-.
Ahora no era yo solo el que trataba de quedar bien. Le dí mi regalo para no tener que hablar más de mi novela. Para mi sorpresa, Laura no se encontraba en el departamento.
- Gracias, lo leeré apenas pueda.
- Yo ya lo leí.
No sabía que María había leído mi libro, fue la sorpresa más agradable del día, o tal vez la única sorpresa agradable del día. Arellano se mordió el labio, claramente ella lo estaba poniendo en una posición no muy favorable, aunque no creo que lo haya hecho a propósito.
- ¿Les importaría si los acompaño? -era el momento en que María le demostraba a Arellano que todavía no era su momento de irse-. Tengo hambre y no hay mucho en la heladera. Espero no molestarlos.
Arellano estaba a punto de protestar, pero se lo guardó al ver mi expresión de agrado.
- A mi no me molestaría para nada, deberías preguntarle al anfitrión -lo miro-.
- No hay problema, vení con nosotros.
Creo que María no se dio cuenta cuando él habló, ya estaba dirigiéndose hacia el ascensor. Apenas bajamos a la calle, Arellano me comenta sobre un nuevo restaurant que abrieron hace unos pocos días. Se encontraba a cinco cuadras del edificio, por lo que no hacía falta ir en su auto. Según él, la comida era excelente, como todo buen restaurant en el centro de la ciudad. Mi mente empezó a protestar. Aunque sabía que Arellano era cocinero y tenía buen gusto para la comida, también sabía que le gustaba probar comidas exóticas, extranjeras y raras. No comería Sushi ni cosas parecidas. Recordé también que Arellano era muy amarrete con su dinero. Nunca lograba estar equilibrado. O le sobraba la plata, o no llegaba al fin de mes. Solo esperaba que su novela fuera interesante.

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